Bueno, no es un libro, son postales. Un contenedor de palabras como cualquier otro. Prefiero verlo como si enviara mensajes en botellas que se dejan en el mar (la mar). Parte de algo, rastros de (un pensamiento, un sentimiento?), que pasa por ahí.
Pocas Palabras
1
Un día reflexionamos, nos preguntamos hacia dónde vamos. El pasado es una película a cámara rápida, flashes de una memoria que se puede perder. Esos fragmentos son lo que pensamos de nosotros, y por eso es parcial. A veces, tenemos la oportunidad de pensarnos diferentes, y esa mirada casi externa, además de asustarnos, nos ilumina. Es ese día que nos miramos al espejo y escudriñamos a ese que nos observa como a un extraño. ¡Cuántas veces, de manera autómata, nos lavamos la cara como quien limpia la mesa! Sacar esas migas. Qué sabia es la mente, que sabe cuando apagar el interruptor. Vivir en la intensidad trae sufrimiento. Buscar la felicidad como seguir un manual es poner cemento a un basurero. Por eso hay quien necesita el riesgo para sentirse vivo, caminar sobre una cuerda en el abismo, caer al vacío como la forma de acercarse a lo que creen que es vida. Pero no hay normas, ni forma de atrapar los sentimientos. Pero sí es posible vivirlos. Y reconocerse en el espejo. A veces, descansar.
2
A veces pienso en un hilo de agua, bajando una montaña. O quisiera asomarme a la ventana y descubrir que el día gris se transformó en soleado. Y si estoy cansado me gustaría parar, mirar al vacío, aislarme un rato hasta reirme de algo.
3
Pocas palabras
Cada vez, a medida que avanza el tiempo, me voy quedando sin palabras. No es que se pierden, yo diría que me vuelvo austero, economía pura. Pero también veo que las que van quedando ganan en profundidad, como si adoptaran otros significados. Y me toca luchar para no dejar de comunicarme.
A veces un “hola” contiene dentro un “qué tal, me alegro de verte”, pero se queda adentro, atrapado en una palabra. O un “más o menos” que esconde “necesito un abrazo”, puede perderse en la nada, ahí…
Ahora entiendo por qué escribimos, una forma de ganarle al tiempo, de no perdernos, de que todas esas palabras ocultas vean la luz.