Estaba mirando el mar
cómo te mece el
movimiento de las olas
pero es el Sol y es la Luna.
Pasaba ante mí
la montaña, inabarcable
vigilante ante el paso
de esa hormiga que soy yo.
Recuerdo aquel llano que nunca acababa
y el calor que salía de la tierra.
A veces miro para adentro,
sin asideros. La tentación
de caer es grande
pero entonces abro los ojos.
Me encuentro.
—
La persona y el espejo
Vamos seguros porque
todo funciona
(tan sólo pequeñas averías)
pero de tanto en tanto
chocamos con el espejo
eso que llaman realidad
y nos sentimos desnudos
avergonzados
doloridos.
—
La soledad
La soledad es caminar
entre cientos de personas
y no sentirse acompañado,
o encerrarnos en nuestro mundo
sin saber cómo salir.
Estamos solos cuando
lo sentimos así
pero pienso en aquellos que
nunca pueden salir
hacia fuera
y me siento triste.
No los comprendemos.
—
Los sentidos
Confié a la memoria
mis recuerdos más
profundos
aquellos que trascienden
y atraviesan una vida.
Después de años, o de horas,
siempre (sólo) queda
una música que no recuerdo
su nombre, ese olor que te
transporta a la niñez,
una imagen que te hace
sentir bien, el sabor
que hace mucho no probaba.
Son los retazos de mí
que me visitan.
Lo inasible.
—
Lo importante
Todo lo importante en
la vida (dicen)
es etéreo. Una religión
que nos da cobijo.
Los más creídos viven
la tranquilidad del más allá
y otros acumulan cosas palpables
para hacer eterno
este momento.
Así somos.
La cultura, la política, la religión, la ciencia
crean dogmas para vender
sus souvenirs y aceptar lo que ellos
nunca.
(pero todos somos carne, huesos,
y la sangre sigue siendo roja).
—
El valor
Intentar poner las cosas
en su sitio.
Colocarnos.
Dar sentido a lo que hacemos.
Lo que somos.
Estar en movimiento
con los pies en el suelo
para poder volar.
—
El amor I
Cómo sentir algo tan
fuerte
tan irracionalmente
conciente
y que se te sale el corazón.
Cómo perseguir lo eterno formado por instantes
caprichosos, inesperados.
Anárquicos.
—
El amor II
Correr rabioso a su encuentro.
Buscar una mirada que te deshace.
Sentir la aventura.
Escribir el futuro.
Saber que si llega el momento
saltarías por el acantilado.
Adorar esos momentos de
risa.
Creer en algo.
La magia de crear.
Noches en vela.
Compartir el dolor.
Adivinar los humores.