Horrores cotidianos es un libro falsamente industrial. La portada es el sobrante de un revestimiento de edificios, pero está hecho cortado y cosido a mano. Un oxímoron.
Archivos Mensuales: junio 2013
39. Textos
1-
De repente, anticipando un futuro incierto, las luces se apagaron y sólo se pudo escuchar una respiración fuerte y arrítmica. Nadie supo qué pasaba. Tampoco por qué un momento antes estaban solos y ahora parecía que el espacio estuviera repleto de presencias y silencios.
Nadie habló. Es el miedo que atenaza.
El único hecho que podía cambiar algo sería encender la luz. Pero él, ni nadie, se animó. Podía sentir el calor de otros cuerpos cerca, muy cerca. Y esa respiración. Nada tenía sentido. La sensación de realidad extrema le hizo pensar en un sueño, pero decidió que no. Comenzó a detectar pequeños sonidos que venían de diferentes direcciones. El espacio se expandía. Al fin pudo estirar un brazo, que atravesó el aire emitiendo un sordo zumbido.
– No te muevas.- escuchó- Antes de que termine de decir estas palabras una luz cegará tus ojos, y olvidarás este momento, esta reclusión perpetua en la que estamos sumidos, y en tu sueño despertarás e irás a trabajar y besarás a tun mujer y a tus hijos. Sólo, alguna vez, tendrás el reflejo de mi voz, y eso tal vez te enamore. Y esa conciencia te perseguirá en el sueño en forma de melancolía. Suerte que puedes soñar, alejarte de esta nada insignificante. Ojalá pudiera verte, olerte, acercarte.
Luz.
2-
Voy a encontrarle un sentido a la vida. Buscaré en las grietas de las piedras, en las nubes cuando pasan rápido, en la vista perdida en el horizonte de Lisboa.
Palparé tu piel y sentiré el calor de tu cuerpo en la cama. Gritaré de impotencia ante lo que me enoja intentando echar la ira cuando crece en mí.
Tal vez acierte con una frase y diga: ¡Ya está!
Afrontaré el miedo a los cambios y al vacío. Esperaré la nueva vida con el anhelo de estar a la altura. Cuando me mire al espejo sonreiré pensando que las marcas de mi cuerpo son el mejor reloj, el más veraz, por inexacto, por su real dimensión.
Bajaré a los pozos de la tristeza y de la memoria para sacar agua cristalina. Y beberé. Y leeré el significado de la mancha de vino en el mantel, mareado, ebrio, inconforme.
Pensaré en los tres.
Me subiré a la fachada de mí mismo para destruirme y reconstruirme, cada día, cada hora.
3-
Siento que algo crece
en mí (pero está dentro tuyo)
intuyo que todo cambia
(pero es tu cuerpo)
son estos momentos
y la inminencia de lo nuevo
que asusta
todo es desconocido
pero es vida.
Estamos vivos.
4-
Buscar la lluvia
en el horizonte
(pero esa bruma)
y la risa contagiosa
que pasa de cara en cara
pero no fui yo.
En el espejo vi mi cuerpo
festejando el tiempo
quise decirle algo.
Se fue,
pero vinieron las nubes.
5-
Dibujar un rostro
encontrar un sentido a las cosas
¿una creencia?
Anhelo contar una historia
no quedan moralejas
entonces la roca
vuelve a ser roca
y las palabras moldes
de relleno.
Y empequeñezco.
6-
La danza
en los cuerpos
desgranando imagen.
Se ve ahí:
Un dedo tocando el viento
unos labios rozando una palabra
una panza vibrando música
una piel respirando.
7-
Será la oscuridad
de las seis de la tarde
el aire fresco que acaricia
mi cara
o el laberinto de cada
día transformado en rutina
o, tal vez, sinceramente,
no poder estirar el tiempo
perdiendo poesía.
Busco el disfraz
la cara seria de un señor
en el espejo
y veo al mismo niño
los ojos bien abiertos
que no entiende,
no sabe nada.
8-
Reflexiones 2007
Andamos buscando desesperadamente eso que nos alivie, la droga llamada satisfacción.
Pensamos que los momentos felices son aquellos que ganamos algo.
Participamos de las cosas con pasión o dejadez sin saber exactamente para qué.
Comemos vorazmente las palabras, sin entenderlas.
Habitamos los espacios sin conocer los límites, ni las ventanas por donde entra la luz.
Damos importancia a hechos superficiales y veracidad a las mentiras.
Miramos hacia todos lados intentando ver eso que queríamos.
Tentamos a la suerte en cada esquina, en cada página que pasamos.
9-
Y si estás buscando la quietud de un día de cielo plomizo y caluroso, sentado en la puerta de una casa en un pueblo castellano.
Y si esa brizna de aire sólo atisba a mover la gota de sudor resbalando por tu frente pero no te das cuenta: tu mirada se pierde en el horizonte llano, tal vez algún manzano equivocado.
Pero todo parece que se mueve, hasta tu reloj de cuerda parado marca unas horas eternamente finitas.
Olvidadas.
Podrías ir al río y poner los pies en el agua a la sombra de aquel árbol que te vio crecer. Y sin darte cuenta tirar piedras a ese río que te mira (pero sos vos), y quedarte dormido hasta oscurecer.
Más tarde, al arrullo de los grillos, todo parece cambiar.
Una voz te levanta.
10-
“¡He comprado el mundo!” , decía como enloquecido el hombre parado en la plaza. “¡He comprado el mundo!”, repetía conmocionado. Su cara llena de alegría, una rabia descontrolada en los brazos. Una mujer se le acerca asombrada y
le pregunta: ¿Cómo ha hecho para comprar el mundo? Lo compré, así sin más. ¿Así sin más? Le habrá costado mucho. Oh, no, no ha sido nada. ¿Y entonces? Nada, me dije voy a comprar el mundo, y lo compré.
¿Y ahora? Ahora, a disfrutarlo.
11-
– Los caminos son para perderse.- dijo el maestro.
– ¿Entonces nunca se llega a ningún lado, no hay posibilidad de ver el final?- pregunto el alumno, angustiado.
– Ese es el error, porque el único final es la muerte. Pero es un final ficticio: nada acaba, si yo me voy, alguien ocupará mi lugar, y todo continuará como si nada importante hubiera pasado. Cada vez que encuentres algo en tu camino piensa que es tan sólo una bifuración, otro aprendizaje. Si es una puerta, no es una llegada, sino un nuevo punto de partida.
– Pero maestro, si no hay destino, cuál es el fin?
– ¿Y quién te dijo que existe una finalidad? Podrías encontrar una fortuna hoy mismo, saliendo de aquí, y sentirte vacío.
– Maestro, el desaliento se apodera de mí. Ya no sé si debo luchar, encontrar una razón.
– Hay cosas que no se buscan, sino que forman parte de lo que somos. Pero también poseemos cierta capacidad de cambiar nuestro rumbo.
– No entiendo, entonces, por qué me enseña.
– No te equivoques, yo no te enseño, sólo dejo que me llames “maestro” y dialogo contigo. ¿Quién te dice quién de los dos aprende más?
– No lo comprendo.
– No hay que comprender nada, sólo camina, déjate llevar. Actúa.
El maestro se levantó y comenzó a caminar. Este viaje había terminado. Buscaría otra persona donde reflejar y ser reflejado.
Proyectos Libros Artesanales
Este proyecto recoge los libros que solo, o con ayudas, hice con mis propias manos.
Algunos puede que ya estén perdidos, pero es parte del juego. No haré una cronología. Algunos de estos libros finalmente son otros libro, y la mayoría son pequeñas curiosidades. Y regalos para mis amigos.
El primero es «39» y tengo la enorme suerte de que cada ejemplar lleva un trabajo de Francisco Núñez, un grabado personalizado.